Un pueblo bonaerense que creció junto a la estación
Los vecinos de Bavio no se resignan a que el tren se haya ido
Recordaron los 30 años sin ferrocarril
LA NACION Lunes 9 de julio de 2007 Publicado en la Edición impresa
LA PLATA.- Beatriz Belo subió la escalera de mármol de Carrara, en la antigua Estación Provincial de trenes, y entró en una habitación alta. El viejo piso de pinotea crujió bajo sus pies. Se sentó en una banqueta y revisó unas fotografías desparramadas sobre una mesa. Eligió una, en sepia, que mostraba una locomotora humeante. Otra, la de una pizarra que decía: "A partir del día 6 de julio próximo queda suprimido servicio de pasajeros entre La Plata y Avellaneda de nuestra línea. El jefe. 2/7/77".
Nunca más llegó un tren a esta estación donde había trabajado la mujer. Afuera, el pasto cubrió las vías. Adentro, la humedad descascaró las paredes y agujereó el techo. En la habitación donde estaba Beatriz -y vecinos y jóvenes que quieren recuperar el edificio y reclaman la vuelta del tren- el aire era frío y mojado.
Por eso, anteayer, el Centro Cultural Estación Provincial, que preside Beatriz, hizo una jornada para recordar los 30 años sin el ferrocarril. Hubo guiso y empanadas, una obra de teatro comunitario, charlas, una exhibición de esas fotos que ahora miraba Beatriz.
"El barrio creció alrededor de la estación. Por eso estamos acá, para recuperarla", dijo Martín Díaz, que nació en esta parte de la ciudad. Su padre fue jefe de la estación y su madre, Lidia Sampallo, la primera presidenta de la asociación vecinal. Martín explicó que el barrio se llama Meridiano V, porque el ferrocarril de trocha angosta provincial llegaba hasta el límite con La Pampa.
"Seguimos esperando la vuelta del tren. Es una utopía, pero también era una utopía el centro cultural, y aquí estamos", dijo Beatriz, que trabajó en la estación hasta el 28 de octubre de 1961. Ese día, el ferrocarril provincial prácticamente dejó de funcionar. Sólo quedó habilitado el ramal La Plata-Avellaneda, hasta que fue cerrado, hace 30 años.
"Mi abuelo había sido guarda. Mi padre empezó como mensajero y se jubiló como jefe de esta estación. El 28 de octubre de 1961, tuve que darle la mala noticia. Fue muy triste. Estuvimos 45 días en huelga, pero no pasó nada", contó la presidenta del Centro Cultural.
Luego recordó que un año después, los trabajadores ferroviarios que reclamaban el retorno del ferrocarril pusieron en marcha una formación. "Fueron hasta Mirapampa y volvieron. Lo llamaron el tren de la esperanza. Cuando el tren volvió, la estación estaba llena de gente", dijo Juan Montiel, uno de los jóvenes que integran la comisión directiva del Centro Cultural.
Y agregó Beatriz: "Vine con mi papá y mi mamá. Todos esperábamos que volvieran a funcionar todos los ramales, pero... El segundo cierre, el del 77, lo viví distinto. Ya no era lo mismo, ni el ferrocarril ni el barrio".
La agonía del barrio
Pedro Sfich nació en este barrio, el 26 de julio de 1945. "Fui guardabarrera y peón de estación. No acá, en San Francisco Solano, pero nunca me fui del barrio. Además, acá conozco a todos los ferroviarios. Sabés cómo caminaba la estación. ¿Ves allá, donde está toda esa porquería? -señala con el mentón hacia un terreno lleno de chatarra-. Bueno, ahí paraban los carros lecheros, que esperaban el tren de las ocho y cuarto", recordó Pedro. Hizo una pausa para subirse a la bicicleta. Dijo: "Para el otro lado estaban los talleres y a la vuelta, lo de una novia que yo tenía. Linda piba". Antes de irse, charló un rato con un vecino, Abel Gutiérrez.
Abel llegó al barrio hace 35 años, para estudiar bioquímica. "Todavía estaban los comercios. Había pensiones, bazares, zapaterías, un almacén de ramos generales... de a poco fueron cerrando", dijo. Y agregó: "El almacén estaba ahí enfrente, donde está Ciudad Vieja. Primero fue un almacén, después un bazar y después cerró. Ahora funciona el bar. Enfrente, estaba el negocio de José Mazzuco, consignatario de ganado y cereales".
Ahora, en la esquina donde estaba Mazzuco hay otro bar, que se llama como el último destino del viejo ferrocarril provincial: Mirapampa. Al lado de éste hay otro más. En los últimos años, la juventud empezó a poblar, por las noches, el barrio.
"La reactivación del barrio es, en parte, gracias al trabajo del Centro Cultural", dijo Marín, y Beatriz asintió. La vieja estación provincial se poblaba, poco a poco, esa tarde. En una habitación contigua, alguien tocaba el violín. "Es mi novio", dijo Guadalupe García, a cargo del teatro comunitario.
En otra sala, unas chicas acomodaban la biblioteca, que se inaugurará en septiembre. En el fondo de un corredor que olía a piso recién lustrado hay otra habitación; allí, unas vecinas participaban del taller de tejido. No había murgas ni grupos de percusión: era la hora de la siesta.
"La idea es recuperar la estación como espacio público. Para eso, hacemos actividades culturales. Todavía no obtuvimos el permiso de uso. La municipalidad nos dio un cartel, que colocaron afuera, pero no aportó dinero para refaccionarla. Todo lo que ves lo hicimos nosotros -dijo Juan-. Pero falta mucho. Mirá ese agujero en el techo."
El muchacho agregó: "Para solventar los gastos y reparar el edificio dictamos cursos y hacemos actividades nocturnas. Vienen a tocar bandas y el dinero de la barra queda para el Centro Cultural. La historia viva del barrio es esta estación".
Por Ramiro Sagasti
De la Corresponsalía La Plata
Acceso: http://www.estacionprovincial.com.ar