abril 28, 2006

60 MANERAS PARA CAMBIAR EL MUNDO


60 maneras en que las Naciones Unidas lograron cambios en 60 años de vida. (*)

Las Naciones Unidas se fundaron después de una guerra devastadora con el objeto de ayudar a estabilizar las relaciones internacionales y construir cimientos más seguros para la paz. En medio de la amenaza de una guerra nuclear y de conflictos regionales que parecían no terminar nunca, el mantenimiento de la paz llegó a convertirse en una prioridad absoluta para las Naciones Unidas, de ahí que las actividades de los cascos azules encargados del mantenimiento de la paz sean una de las más conocidas.

Pero las Naciones Unidas son mucho más que un guardián de la paz y un foro para la solución de conflictos. A menudo sin llamar la atención, las Naciones Unidas y los organismos que integran su sistema se dedican a un amplio conjunto de tareas destinadas a mejorar la vida de las personas en todo el mundo. Supervivencia y desarrollo del niño. Protección del medio ambiente. Derechos humanos. Salud e investigaciones médicas. Mitigación de la pobreza y desarrollo económico. Desarrollo agrícola y pesquerías. Educación. Adelanto de la mujer. Socorro en casos de emergencia y desastres. Viajes por vía aérea y marítima. Uso pacífico de la energía atómica. Trabajo y derechos de los trabajadores. Y la lista sigue.

A continuación, en forma resumida, una muestra de lo que las Naciones Unidas y los organismos que la integran han logrado desde 1945, cuando se fundó la organización mundial.

1 Fomento del desarrollo. Las Naciones Unidas han dedicado su atención y sus recursos a mejorar el nivel de vida y a promover los conocimientos y la capacidad de los seres humanos en todo el mundo. Desde 2000, esta labor se orienta al cumplimiento de los objetivos de desarrollo del Milenio (ODM). Dejando aparte a las instituciones financieras internacionales, los gastos anuales del sistema de las Naciones Unidas para fomentar el desarrollo exceden de 10 mil millones de dólares. Por ejemplo, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que cuenta con personal en 166 países, lidera la labor de las Naciones Unidas en la erradicación de la extrema pobreza y el fomento de la buena gobernabilidad en el mundo en desarrollo. El UNICEF realiza actividades en 157 países y dedica más de 1.200 millones de dólares anuales, primordialmente a la protección de la infancia, la inmunización, la lucha contra el VIH/SIDA y la educación de las niñas. La UNCTAD ayuda a los países a aprovechar al máximo sus oportunidades comerciales con fines de desarrollo. Además, el Banco Mundial otorga préstamos y subvenciones a los países en desarrollo por un valor total de unos 18 a 20 mil millones de dólares anuales y ha apoyado a más de 9.500 proyectos de desarrollo desde 1947. Prácticamente todos los fondos de asistencia para el desarrollo provienen de donaciones aportadas por los países.

2 Promoción de la democracia. Las Naciones Unidas han ayudado a promover y fortalecer
las instituciones y prácticas democráticas en todo el mundo y han propiciado la participación de la población en elecciones libres y justas en muchos países, entre ellos, Camboya, Namibia, El Salvador, Eritrea, Mozambique, Nicaragua, Sudáfrica, Kosovo y Timor Oriental. Ha asesorado
y prestado asistencia electoral, y hasta ha supervisado los resultados, en más de 90 países, casi siempre en momentos decisivos de su historia, como en el Afganistán, el Irak y Burundi.

3 Promoción de los derechos humanos. Desde que la Asamblea General aprobó la Declaración Universal de Derechos Humanos en 1948, las Naciones Unidas han ayudado a promulgar decenas de acuerdos generales sobre derechos políticos, civiles, económicos, sociales y culturales. Mediante la investigación de distintas denuncias, los órganos de las Naciones Unidas creados en virtud de tratados de derechos humanos han señalado a la atención del mundo los casos de tortura, desaparición y detención arbitraria y han hecho que se ejerza presión internacional sobre los gobiernos para que mejoren su historial de derechos humanos.

4 Mantenimiento de la paz y la seguridad. En 2005, habiendo desplegado un total de 60 misiones de observadores y de mantenimiento de la paz en zonas con­flictivas del mundo, las Naciones Unidas han podido res­tablecer la calma en un grado suficiente como para poder llevar adelante los procesos de negociaciones y así evitar que millones de personas sean víctimas de las guerras. Actualmente hay 16 operaciones de mantenimiento de la paz desplegadas en distintas partes del mundo.

5 Establecimiento de la paz. Desde 1945, las Naciones Unidas han ayudado en la nego­ciación de más de 170 acuerdos de paz que han puesto fin a conflictos regionales. Ejemplos de ello son el fin de la guerra entre el Irán y el Irak, la facilitación de la retirada de las tropas soviéticas del Afganistán y el fin de las guerras civiles en El Salvador y Guatemala. Las Naciones Unidas han utilizado la diplomacia discreta para evitar guerras inminentes.

6 Protección del medio ambiente. Las Naciones Unidas trabajan para resolver los problemas del medio ambiente mundial. En su calidad de foro interna­cional de creación de consenso y negociación de acuerdos, las Naciones Unidas abordan problemas mundiales como el cambio climático, el agotamiento de la capa de ozono, los desechos tóxicos, la pérdida de bosques y especies y la contaminación de la atmósfera y el agua. Si no se trata de dar solución a estos problemas, con el tiempo los merca­dos y las economías serán insostenibles, ya que la pérdida de medio ambiente va agotando el “capital” natural que constituye la base del crecimiento y de la supervivencia humana.

7 Prevención de la proliferación nuclear. Las Naciones Unidas, por medio del Organismo Interna­cional de Energía Atómica (OIEA), contribuyen a asegurar que los países que utilizan tecnologías nucleares no desa­rrollen secretamente armas nucleares. El OIEA aplica sal­vaguardias a centenares de instalaciones nucleares en más de 70 países. Hasta la fecha se encuentran en vigor 237 acuerdos sobre salvaguardias suscritos con 152 Estados.

8 Fomento de la libre determinación y la independencia. En 1945, cuando se establecieron las Naciones Unidas, 750 millones de personas, casi la tercera parte de la pobla­ción mundial, vivían en territorios que carecían de auto­nomía y dependían de potencias coloniales. Las Naciones Unidas cumplieron su función de propiciar la independen­cia de más de 80 naciones, que actualmente son países soberanos.

9 Enjuiciamiento de los criminales de guerra. Los tribunales establecidos por las Naciones Unidas para la ex Yugoslavia y Rwanda han condenado a criminales de guerra y los han puesto tras las rejas, han creado una importante jurisprudencia sobre el genocidio y los dere­chos humanos y se han constituido en un rasero de la jus­ticia que toman muy en serio los pueblos de las regiones afectadas.
10 Fin del apartheid en Sudáfrica. Mediante la imposición de medidas que abarcaron desde el embargo de armas hasta una convención contra la segregación en las actividades deportivas, las Naciones Unidas fueron un importante factor en el derrumbamiento del sistema de apartheid. En 1994, la celebración de unas elecciones en las que se permitió la participación de todos los sudafricanos en pie de igualdad culminó en el estable­cimiento de un gobierno multirracial.


11 Fortalecimiento del derecho internacional. Se han promulgado más de 500 tratados multilaterales sobre los derechos humanos, el terrorismo, la delincuen­cia internacional, los refugiados, el desarme, los productos básicos y los océanos gracias a los esfuerzos de las Nacio­nes Unidas.

12 Prestación de ayuda humanitaria a los refugiados. Más de 50 millones de refugiados que han huido de la gue­rra, la hambruna o la persecución han recibido ayuda de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados desde 1951, en un esfuerzo permanente, en el que suelen participar otros organismos. La Organización procura hallar soluciones a largo plazo o “duraderas” ayu­dando a los refugiados a regresar a sus países de origen, si las condiciones lo justifican, a integrarse en sus países de asilo o a reasentarse en terceros países. Más de 19 millo­nes de refugiados, personas que buscan asilo y desplaza­dos internos, la mayoría mujeres y niños, reciben ayuda de las Naciones Unidas en la forma de alimentos, albergue, atención médica, educación y repatriación.

13 Mitigación de la pobreza rural en los países en desarrollo. El Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA) ha establecido un sistema para otorgar créditos, casi siempre en cantidades muy pequeñas, que permitan a los pobres de las zonas rurales vencer la pobreza. Desde que comenzó sus actividades en 1978, el FIDA ha inver­tido más de 8.500 millones de dólares en 676 proyectos y programas, que han beneficiado a más de 250 millones de personas. Todos los fondos del FIDA provienen de contri­buciones voluntarias aportadas por los países.

14 Ayuda a los refugiados palestinos. Mientras la comunidad mundial se esfuerza por lograr una paz duradera entre israelíes y palestinos, el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS), organismo de socorro y desarrollo humano, ha estado ayu­dando a cuatro generaciones de refugiados palestinos pro­porcionando medios para su educación, atención médica y servicios sociales, así como microfinanciación y ayuda en casos de emergencia. Hoy día, hay inscritos en los regis­tros del OOPS 4 millones de refugiados en Oriente Medio.


15 Atención especial al desarrollo de África. África sigue teniendo máxima prioridad para las Nacio­nes Unidas. En 1986, las Naciones Unidas convocaron un período extraordinario de sesiones para obtener el apoyo internacional para la recuperación económica y el desarrollo de África. En 2001, los Jefes de Estado africa­nos aprobaron el plan propio del continente, denominado Nueva Alianza para el Desarrollo de África, que recibió el respaldo de la Asamblea General en 2002 como principal marco para encauzar el apoyo internacional a África. El continente recibe el 33% del total de gastos del sistema de las Naciones Unidas para el desarrollo, el mayor porcen­taje entre las regiones. Todos los organismos de las Nacio­nes Unidas tienen programas especiales que benefician al continente.

16 Promoción del bienestar de la mujer. Las Naciones Unidas han ayudado a promover la igual­dad y el bienestar de la mujer. El Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) y el Insti­tuto Internacional de Investigaciones y Capacitación para la Promoción de la Mujer (INSTRAW) han contribuido a mejorar la calidad de vida de la mujer y a promover sus derechos en más de 100 países. El INSTRAW realiza acti­vidades de investigación y capacitación, mientras que el UNIFEM apoya proyectos cuya finalidad es eliminar la violencia contra la mujer, eliminar la propagación del VIH/SIDA y promover la seguridad económica de la mujer, por ejemplo, dándole más acceso al trabajo y reafirmando sus derechos a la tierra y a la herencia. Todos los organismos de las Naciones Unidas deben tener en cuenta las necesi­dades de las mujeres.

17 Promoción de los derechos de la mujer. Un objetivo a largo plazo de las Naciones Unidas ha sido mejorar la vida de las mujeres y darles poder para que ejerzan un mayor control sobre sus vidas. Las Naciones Unidas organizaron la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada jamás (Ciudad de México, 1975), en la que, junto con otras conferencias celebradas durante el Decenio Internacional de la Mujer patrocinado por las Naciones Unidas, se estableció el programa para promover los derechos de la mujer. La Convención de las Naciones Unidas sobre la eliminación de todas las formas de discri­minación contra la mujer, aprobada en 1979 y ratificada por 180 países, ha ayudado a promover los derechos de la mujer en todo el mundo.

18 Abastecimiento de agua potable. Durante el primer Decenio de las Naciones Unidas dedi­cado al agua (1981-1990), más de mil millones de perso­nas lograron acceso al agua potable libre de impurezas por primera vez en su vida. Otros 1.100 millones de personas lo lograron entre 1990 y 2002. En 2003, Año Internacio­nal del Agua Dulce, se hizo cobrar conciencia de la impor­tancia de proteger este precioso recurso. La finalidad del segundo Decenio internacional del agua (2005-2015) es reducir a la mitad el porcentaje de personas que todavía no tienen acceso al agua potable libre de impurezas.

19 Desaparición de la poliomielitis. Con la excepción de seis países (el Afganistán, Egipto, la India, el Níger, Nigeria y el Pakistán), la poliomielitis se ha ido erradicando como resultado de la Iniciativa Mun­dial para la Erradicación de la Poliomielitis, el esfuerzo internacional de mayor envergadura en materia de salud pública realizado hasta la fecha. Gracias a esta Iniciativa, encabezada por la Organización Mundial de la Salud, el UNICEF, Rotary International y los centros de los Estados Unidos para el control y la prevención de las enfermeda­des, hoy pueden caminar unos 5 millones de niños que de otro modo habrían quedado paralíticos a causa de la polio­mielitis, enfermedad que antaño dejaba inválidos a niños de 125 países de todo el mundo y que está a punto de ser erradicada.

20 Respuesta al VIH/SIDA. El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) coordina las actividades mundiales contra una epidemia que está afectando a casi 40 millones de personas. Sus actividades en más de 130 países propor­cionan acceso universal a los servicios de prevención y tra­tamiento del VIH, al tiempo que reducen la vulnerabilidad de las personas y las comunidades y mitigan el impacto de la epidemia. El ONUSIDA aprovecha los conocimientos especializados de las 10 organizaciones de las Naciones Unidas que copatrocinan el Programa.

21 Erradicación de la viruela. El resultado de los trabajos realizados durante 13 años por la Organización Mundial de la Salud fue la total erradica­ción de la viruela en todo el planeta en 1980. La erradica­ción de esta enfermedad ha permitido ahorrar mil millones de dólares en vacunas y vigilancia al año, casi el triple del costo de eliminar el flagelo mismo.

22 Lucha contra las enfermedades parasitarias. Un programa de la Organización Mundial de la Salud aplicado en 11 países de África occidental ha eliminado prácticamente la ceguera de los ríos (oncocercosis) y ha permitido prevenir la enfermedad en 11 millones de niños y posibilitado las labores agrícolas en 25 millones de hec­táreas de tierras fértiles. En 1991, los esfuerzos realizados por los organismos de las Naciones Unidas en África sep­tentrional culminaron con la eliminación del temido gusano barrenador, parásito que se alimenta de carne humana y animal. Otros programas han rescatado a muchas perso­nas de la dracunculosis y otras enfermedades tropicales.

23 Freno a la propagación de epidemias. La Organización Mundial de la Salud ayudó a detener la propagación del síndrome respiratorio agudo severo (SARS) antes de que pudiera matar a decenas de miles de personas. A raíz de la alerta mundial lanzada por la OMS y la recomendación de emergencia sobre los viajes dada a conocer en marzo de 2003, prácticamente todos los países en que se registraron casos pudieron prevenir su posterior transmisión o mantener el número de nuevos casos al mínimo. La OMS ha investigado de 200 a 250 brotes de enfermedades cada año, de las cuales un pro­medio de entre 5 y 15 requieren una importante respuesta internacional.

24 Campaña en pro de la inmunización universal. La inmunización ha salvado más de 20 millones de vidas en los dos últimos decenios. Gracias a los esfuerzos del UNICEF y la Organización Mundial de la Salud, el porcen­taje de vacunación contra las seis principales enfermeda­des que se pueden prevenir — la poliomielitis, el tétanos, el sarampión, la tos ferina, la difteria y la tuberculosis — aumentó de una cifra inferior al 5% en la primera mitad del decenio de 1970 a un 76% en nuestros días. Las muertes por sarampión disminuyeron a casi la mitad entre 1999 y 2005. La vacuna contra el tétanos salvó a cientos de miles de madres y recién nacidos, y 104 países en desarrollo han eliminado totalmente la enfermedad.

25 Reducción de la mortalidad infantil. A principios del decenio de 1960, prácticamente uno de cada cinco niños moría antes de cumplir los cinco años de edad. Gracias a la terapia de rehidratación oral, el abaste­cimiento de agua y el saneamiento, así como otras medi­das en materia de salud y nutrición emprendidas por los organismos de las Naciones Unidas, en 2002 había dismi­nuido a menos de 1 por cada 12 la tasa de mortalidad infan­til en los países en desarrollo. El objetivo ahora es lograr para 2015 la reducción en dos terceras partes de la tasa de mortalidad de menores de cinco años registrada en el decenio de 1990.

26 construcción los cimientos de la actividad empresarial. Las Naciones Unidas sirven para los negocios. Han pro­porcionado la “infraestructura blanda” para la economía mundial mediante la negociación de normas técnicas uni­versalmente aceptadas en ramas tan diversas como las estadísticas, el derecho mercantil, los regímenes aduane­ros, la propiedad intelectual, la aviación, la navegación y las telecomunicaciones, lo que ha facilitado la actividad económica y reducido el costo de las transacciones. Han sentado las bases para las inversiones en las economías en desarrollo promoviendo la estabilidad política y la buena gobernabilidad, combatiendo la corrupción y exhortando al establecimiento de políticas económicas estables y de una legislación que promueva la actividad empresarial.

27 Apoyo a la industria de los países en desarrollo. Las Naciones Unidas, mediante las actividades de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), han sido “promotoras” de la coopera­ción industrial Norte-Sur y Sur-Sur fomentando el espíritu empresarial, la inversión, la transferencia de tecnología y un desarrollo industrial rentable y sostenible. Han ayudado a los países a manejar con soltura el proceso de globaliza­ción y a reducir la pobreza de manera sistemática.

28 Ayuda a las víctimas de los desastres. Cuando se producen desastres naturales y situaciones de emergencia complejas, las Naciones Unidas coordinan y movilizan la asistencia a las víctimas. Trabajando conjunta­mente con la Cruz Roja/Media Luna Roja y las organizacio­nes de ayuda y donantes principales, los organismos que realizan actividades para las Naciones Unidas prestan una asistencia humanitaria que hace mucha falta. Mediante los llamamientos de las Naciones Unidas se recaudan más de dos mil millones de dólares anuales para asistencia en casos de emergencia.

29 Reducción de los efectos de los desastres naturales. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ayuda a evitar que millones de personas sufran los efectos desastro­sos de las catástrofes naturales o causadas por el hombre. Su sistema de alerta temprana, que comprende miles de monitores de superficie, así como satélites, ha posibilitado la predicción con mayor exactitud de desastres meteoro­lógicos, ha proporcionado información sobre la dispersión de los derrames de petróleo y los escapes nucleares y de productos químicos y ha pronosticado sequías de larga duración. También ha permitido una distribución eficaz de la ayuda alimentaria a las regiones asoladas por la sequía.

30 Prestación de socorro durante el tsunami. En las 24 horas que siguieron al tsunami que abatió al océano Índico el 26 de diciembre de 2004, las Naciones Unidas enviaron sus equipos de coordinación y evaluación de los desastres a las zonas más afectadas. Las Naciones Unidas entraron en acción para ayudar a los sobrevivientes, distribuir alimentos a más de 1,7 millones de personas, proporcionar albergue a más de 1,1 millones que quedaron sin hogar, abastecer de agua potable a más de 1 millón y vacunar a más de 1,2 millones de niños contra el sarampión, todo ello en los seis primeros meses de actividades de socorro. La prestación rápida y eficaz de socorro humanitario signi­ficó que no se perdieran nuevas vidas después del primer día de la devastación y que se pudiera prevenir el brote de enfermedades.

31 Protección de la capa de ozono. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) alertaron sobre los daños causados a la capa de ozono de la Tierra. Mediante la aplicación de un tratado conocido como Protocolo de Montreal, los gobier­nos del mundo están eliminando gradualmente los produc­tos químicos que han causado el agotamiento de la capa de ozono y están sustituyéndolos con otros productos menos contaminantes. Este esfuerzo evitará que millones de personas corran más riesgo de contraer cáncer de la piel debido a una sobreexposición a la radiación ultravioleta.

32 Atención al cambio climático. El Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) financia proyectos que ayudan a los países en desarrollo a reducir los riesgos del cambio climático. Establecido en 1991, el FMAM es la única fuente principal de financiación para el medio ambiente mundial. También apoya proyec­tos para conservar la diversidad biológica, proteger la capa de ozono, descontaminar las aguas internacionales, luchar contra la degradación del suelo y eliminar gradual­mente los contaminantes orgánicos tóxicos. Desde 1991, el FMAM ha proporcionado 5.700 millones de dólares en subvenciones — incluidas más de 6.000 de poca cuantía, a organizaciones no gubernamentales y grupos comunitarios — y ha generado 18.800 millones de dólares en concepto de cofinanciación de otros asociados. Los organismos de ejecución del FMAM son el Programa de las Naciones Uni­das para el Desarrollo, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Banco Mundial.

33 Remoción de minas. Las Naciones Unidas dirigen los esfuerzos internacionales que se realizan en unos 30 países, entre ellos el Afganis­tán, Angola, Bosnia y Herzegovina, el Irak, Mozambique y el Sudán, para la remoción de minas, que siguen matando y mutilando a miles de personas inocentes cada año. Las Naciones Unidas también se ocupan de proteger a las personas del peligro, ayudar a las víctimas a valerse por medios propios y prestar asistencia a los países en la des­trucción de las minas terrestres almacenadas.

34 Distribución de alimentos a los más necesitados. El Programa Mundial de Alimentos, el mayor organismo de asistencia humanitaria del mundo, atiende a un pro­medio de 90 millones de personas hambrientas en 80 paí­ses todos los años, incluso a la mayoría de los refugiados y desplazados internos. La ayuda alimentaria del PMA se destina a cubrir las necesidades especiales de mujeres y niños, los más afectados por el hambre. Los proyectos de alimentación en las escuelas proporcionan almuerzos o comidas para llevar en gratuidad a más de 17 millones de escolares, con un costo individual de unos 19 centa­vos de los EE.UU. La capacidad logística del organismo abarca todo el espectro tecnológico, desde cargar alimen­tos en burros y yaks hasta el transporte aéreo y el uso de las redes de satélite para vigilar los envíos. En los últimos cuatro decenios, el PMA proporcionó 78,3 millones de toneladas métricas de ayuda alimentaria a cerca de 1.400 millones de personas en los países más pobres del mundo, una inversión de 33.500 millones de dólares.

35 Lucha contra el hambre. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) dirige los esfuerzos mundiales a largo plazo para acabar con el hambre. Prestando servicios tanto a países desarrollados como a países en desarrollo, la FAO es un foro neutral, donde todos los países se reúnen en pie de igualdad para negociar acuerdos y debatir la polí­tica. La FAO ayuda también a que los países en desarrollo modernicen y mejoren sus prácticas agrícolas, silvícolas y pesqueras y aseguren una buena nutrición para todos.

36 Prevención de la pesca excesiva. El 16% de las reservas pesqueras del mundo se explota en exceso, mientras que el 8% se encuentra prácticamente agotado o está recuperándose del agotamiento. La Orga­nización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) supervisa la producción pesquera marina y emite alertas para prevenir los daños causados por la pesca excesiva. Para tratar de resolver ese problema, la FAO y sus Estados miembros han trabajado de consuno para producir el Código de Conducta para la pesca respon­sable, aprobado en 1995.

37 Prohibición de los productos químicos tóxicos. El Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes tiene por objeto librar al mundo de algunos de los productos químicos más peligrosos jamás creados. Aprobado en 2001, este Convenio de las Naciones Unidas proscribe el uso de a 12 plaguicidas y productos químicos industriales peligrosos que pueden matar a las personas, causar daño a los sistemas nervioso e inmunológico, cau­sar cáncer y trastornos del sistema reproductivo e interfe­rir en el desarrollo del niño. Otros convenios y planes de acción de las Naciones Unidas ayudan a proteger la diver­sidad biológica, hacer frente al cambio climático, proteger las especies en peligro de extinción, luchar contra la deser­tificación, descontaminar los mares regionales y frenar los movimientos transfronterizos de desechos peligrosos.

38 Protección de la salud de los consumidores. Para garantizar la seguridad de los alimentos que se venden en el mercado, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación y la Organi­zación Mundial de la Salud, en colaboración con los Esta­dos Miembros, han establecido normas para más de 200 productos alimenticios básicos, límites de seguridad para más de 3.000 envases de alimentos y reglamentos sobre la elaboración, el transporte y el almacenamiento de ali­mentos. Las normas sobre el etiquetado y la descripción tienen como finalidad asegurar que no se engañe a los consumidores.

39 Lucha contra el terrorismo. Las Naciones Unidas han establecido un marco jurídico para luchar contra el terrorismo internacional. Bajo los auspicios de las Naciones Unidas se han negociado trece instrumentos jurídicos mundiales, entre ellos tratados contra la toma de rehenes, el secuestro de aviones, los ata­ques terroristas con bombas, la financiación del terrorismo y, el más reciente, el terrorismo nuclear; en junio de 2005, 63 países habían ratificado todos estos instrumentos. Se está redactando una nueva convención general contra el terrorismo. El Comité de las Naciones Unidas contra el Terrorismo supervisa la manera en que los países cumplen los compromisos contraídos a raíz de los ataques terroris­tas del 11 de septiembre y coordina la cooperación contra el terrorismo. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito y otros organismos de las Naciones Uni­das han ayudado a más de 100 países a fortalecer su capa­cidad de lucha contra el terrorismo.

40 Promoción de la salud materna y reproductiva. Mediante la aplicación de programas voluntarios de plani­ficación de la familia, el Fondo de Población de las Nacio­nes Unidas (UNFPA) ha promovido el derecho de las personas a decidir por sí mismas el número de hijos que desean tener y cuándo, les ha ayudado a adoptar decisio­nes con conocimiento de causa y ha dado a las familias, especialmente a las mujeres, un mayor control sobre sus vidas. Gracias a ello, las mujeres de países en desarro­llo tienen menos hijos — de seis en el decenio de 1960 a tres actualmente — lo que desacelera el crecimiento de la población mundial. Cuando el UNFPA empezó su labor en 1969, menos del 20% de las parejas practicaba la planifi­cación de la familia; actualmente la cifra ronda el 61%. El UNFPA y algunos de sus asociados ayudan también a que se preste atención médica calificada en el parto y a que haya acceso a la atención obstétrica de urgencia y a los programas ampliados de planificación de la familia para reducir la mortalidad materna.

41 Pronunciamiento de sentencias judiciales en las principales controversias internacionales. Mediante sus dictámenes y opiniones consultivas, la Corte Internacional de Justicia ha contribuido a la solución de controversias internacionales relacionadas con diferendos territoriales, relaciones diplomáticas, toma de rehenes, el derecho de asilo y los derechos económicos, entre otras.

42 Mejora de las relaciones comerciales a nivel mundial. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) ayuda a los países en desarrollo a negociar acuerdos comerciales y obtener trato prefe­rencial para sus exportaciones. Ha negociado acuerdos internacionales sobre productos básicos para garantizar precios justos para los países en desarrollo, ha aumentado la eficacia de la infraestructura comercial de estos países y les ha ayudado de otras formas a diversificar su produc­ción e integrarse en la economía mundial.

43 Fomento de la reforma económica. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han ayudado a muchos países a mejorar su gestión económica, han proporcionado asistencia financiera temporal a los países para ayudarlos a disminuir las dificultades de su balanza de pagos y han impartido capacitación a funciona­rios públicos que trabajan en finanzas.

44 Fomento de la estabilidad y el orden en los océanos del mundo. Las Naciones Unidas han dirigido los esfuerzos internacio­nales para reglamentar el uso de los océanos con arreglo a una convención única. La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, aprobada en 1982, que ha logrado una aceptación prácticamente universal, cons­tituye el primer marco jurídico universal de la historia para todas las actividades que se realicen en el mar y en los fondos marinos. La Convención estipula las normas para establecer zonas marítimas, determinar la jurisdicción marítima nacional, la navegación en alta mar, los derechos y deberes de los Estados ribereños y los demás Estados, la obligación de proteger y preservar el medio marino, la cooperación en la realización de investigaciones científicas en el mar y la conservación y utilización sostenible de los recursos vivos marinos.

45 Mejora de los viajes por vía aérea y marítima. Los organismos de las Naciones Unidas se han encargado de establecer normas de seguridad para el transporte marí­timo y aéreo. La Organización de la Aviación Civil Interna­cional (OACI) ha contribuido a que los viajes por avión sean la modalidad de transporte más segura. En 1947, cuando 9 millones de personas viajaban en avión, 590 murieron en accidentes aéreos; en 2004 se registraron 420 muertos entre los 3.300 millones de viajeros de las aerolíneas. Por su parte, la Organización Marítima Internacional (OMI) ha contribuido a la seguridad de los viajes marítimos. Las esta­dísticas demuestran que la navegación marítima es cada vez más segura y mejora sus credenciales ecológicas. Dismi­nuye la pérdida de barcos, se reduce el número de muertes en el mar, se registran menos incidentes de contaminación, ha disminuido la contaminación total por derrames de petróleo, y se está tratando de resolver la contaminación de la atmósfera y la causada por las aguas residuales, todo ello mientras sigue aumentando la cantidad de carga que se transporta por vía marítima.

46 Lucha contra las drogas ilícitas. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito ha procurado reducir la oferta y la demanda de drogas ilícitas apoyándose en los tres instrumentos de las Naciones Unidas sobre fiscalización de las drogas, así como de dar solución a las consecuencias sociales y para la salud del uso indebido de drogas, que incluye la propaga­ción del VIH/SIDA a causa del uso indebido de las drogas. En su labor, presta asistencia a los organismos encargados de hacer cumplir las leyes y apoya los programas de pre­vención del uso de drogas y tratamiento de la drogadicción que llevan a cabo las comunidades, así como las iniciativas que han contribuido a que los agricultores pobres dejen de depender de los cultivos ilícitos, prestándoles asisten­cia para que cambien a medios de subsistencia lícitos y sostenibles.

47 Lucha contra la delincuencia internacional. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito trabaja con los países y con otras organizaciones en la lucha contra la delincuencia organizada prestando asistencia jurídica y técnica para combatir la corrupción, el blanqueo de dinero, el tráfico de drogas, la trata de perso­nas y el contrabando de migrantes, así como fortaleciendo los sistemas de justicia penal. Ha desempeñado una fun­ción clave en la formulación y aplicación de los tratados internacionales pertinentes.

48 Promoción de un empleo decente. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha puesto en práctica las normas, los principios y los derechos funda­mentales en materia de trabajo, que abarcan la libertad de asociación y el derecho a la negociación colectiva, la elimi­nación de todas las formas de trabajo forzoso, la abolición del trabajo infantil y la eliminación de la discriminación en los lugares de trabajo. Las actividades principales de la OIT giran en torno a la promoción del empleo, la protección social de todos y el fomento de un diálogo social sustantivo entre las organizaciones de los empleadores, sindicatos y gobiernos.

49 Más alfabetización y educación en los países en desarrollo. El 76% de los adultos de los países en desarrollo puede ahora leer y escribir y el 84% de los niños asiste a la escuela primaria. El objetivo ahora es asegurar que para 2015 todos los niños completen todo el ciclo de la ense­ñanza primaria. Los programas destinados a promover la educación y el adelanto de la mujer en los países en desa­rrollo contribuyeron a aumentar el porcentaje de mujeres alfabetizadas de 36% en 1970 a 70% en 2000. El objetivo ahora es asegurar que para 2015 todas las niñas terminen la enseñanza primaria y secundaria.

50 Logro de un compromiso en apoyo de la infancia en todo el mundo. Desde El Salvador hasta el Líbano y desde el Sudán hasta la ex Yugoslavia, el UNICEF ha sido el primero en estable­cer “días de tranquilidad” y abrir “corredores de paz” para distribuir vacunas y otro tipo de ayuda que necesitan con urgencia los niños atrapados en los conflictos armados. La Convención sobre los Derechos del Niño se ha convertido en ley en 192 países. A raíz de la celebración en 2002 del período extraordinario de sesiones de la Asamblea Gene­ral de las Naciones Unidas sobre la infancia, 190 gobiernos se comprometieron a cumplir un conjunto de objetivos en materia de salud, educación, protección contra el maltrato, la explotación y la violencia y para luchar contra el VIH/SIDA en un plazo determinado.

51 Preservación de sitios históricos, culturales y arquitectónicos. La UNESCO ha ayudado a 137 países a proteger monumen­tos antiguos y lugares históricos, culturales y naturales. También ha negociado convenciones internacionales para preservar la propiedad cultural y los entornos naturales excepcionales.

52 Facilitación de los intercambios académicos y culturales. Las Naciones Unidas, por intermedio de la UNESCO y la Universidad de las Naciones Unidas, han alentado la cooperación entre investigadores y científicos, el estable­cimiento de redes de instituciones y la promoción de la expresión cultural, incluso en de las minorías y los pueblos indígenas.

53 Protección de la propiedad intelectual. La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) protege los derechos de los creadores y los propie­tarios de bienes intelectuales en todo el mundo y asegura que se reconozca y recompense el ingenio de los invento­res y autores. La protección de los derechos intelectuales impulsa la creatividad humana, haciendo avanzar la ciencia y la tecnología más allá de sus confines y enriqueciendo el mundo de la literatura y las artes. Mediante la creación de un entorno estable para la comercialización de los produc­tos de la propiedad intelectual, también aceita los engra­najes del comercio internacional.

54 Fomento de la libertad de prensa y la libertad de expresión. A fin de que toda la gente pueda obtener información libre de censura y culturalmente diversa la UNESCO ha ayudado a desarrollar y reforzar los medios de información y ha apoyado a la prensa independiente. La UNESCO también actúa como guardián de la libertad de prensa denunciando públicamente violaciones serias como el asesinato y la detención de periodistas.

55 Conversión de los barrios de tugurios en asentamientos humanos aceptables. La mitad de la humanidad reside actualmente en las ciu­dades, que son el centro de la mayor parte de la produc­ción y del consumo de los países — procesos económicos y sociales que generan riqueza y oportunidades. Pero las ciu­dades son también lugares donde se concentran las enfer­medades, la delincuencia, la contaminación y la pobreza. En muchas ciudades, sobre todo de países en desarrollo, los habitantes de barrios de tugurios representan más del 50% de la población y su acceso a la vivienda, al abasteci­miento de agua corriente y a los servicios de saneamiento es mínimo o nulo. El Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-HÁBITAT), que cuenta con más de 150 programas y proyectos técnicos en 61 paí­ses de todo el mundo, trabaja con los gobiernos, las autori­dades locales y las organizaciones no gubernamentales en la búsqueda de soluciones innovadoras para los poblados y las ciudades, entre otras, proporcionar seguridad de la tenencia a las personas pobres de las zonas urbanas, lo que, a su vez, se utiliza para encauzar las inversiones en vivienda y servicios básicos para los pobres.

56 Mejora de los servicios postales a nivel mundial. La Unión Postal Universal (UPU), principal foro para la cooperación entre los servicios postales del mundo, ayuda a asegurar la existencia de una red verdaderamente universal de productos y servicios actualizados. Establece las normas para los intercambios internacionales de correspondencia y formula recomendaciones para estimular el crecimiento del volumen de correspondencia y mejorar la calidad del servi­cio a los usuarios. Los servicios postales de los 190 países miembros de la UPU constituyen la red de distribución física más grande del mundo, ya que permite el intercambio de unos 430 mil millones de bultos postales cada año.

57 Introducción de mejores técnicas agrícolas y reducción de los costos. Con la asistencia de la Organización de las Naciones Uni­das para la Agricultura y la Alimentación, que ha dado lugar a rendimientos más altos por cosecha, con la reforma de las políticas y con la participación local, los agricultores de Asia han ahorrado directamente más de 50 millones de dólares anuales en costos de plaguicidas, mientras que los gobiernos de sus países han ahorrado más de 150 millones de dólares anuales gracias a la reducción de los subsidios a los plaguicidas. Los beneficios para la salud y el medio ambiente de estas reducciones en el uso de plaguicidas se calculan en más de 10 millones de dólares al año.

58 Promoción de los derechos de las personas con discapacidad. Las Naciones Unidas han estado a la vanguardia en la lucha por la plena igualdad de las personas con discapacidad al promover su participación en la vida social, económica y política. Las Naciones Unidas han demostrado que las per­sonas con discapacidad son un recurso para la sociedad, y están redactando la primera convención de la historia para hacer avanzar sus derechos y su dignidad en todo el mundo.

59 Mejora de las telecomunicaciones a nivel mundial. La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) agrupa a los gobiernos y a la industria a fin de que esta­blezcan y coordinen el funcionamiento de redes y servicios de telecomunicaciones a nivel mundial. Esta organización coordina el uso compartido del espectro radioeléctrico, promueve la cooperación internacional en la asignación de órbitas de satélites, trabaja para mejorar la infraestructura de telecomunicaciones en el mundo en desarrollo y nego­cia las normas mundiales que aseguran la interconexión perfecta de una amplia diversidad de sistemas de comu­nicación. Desde las tecnologías de banda ancha de Inter­net hasta las inalámbricas de última generación, desde la navegación aeronáutica y marítima hasta la astronomía por radio y la meteorología basada en los satélites, desde los servicios telefónicos y de fax hasta las redes de trans­misión por televisión y de próxima generación, la UIT sigue ayudando al mundo a comunicarse. Su labor ha propiciado el crecimiento de las telecomunicaciones al punto de llegar a ser una industria mundial valorada en un millón de billo­nes de dólares.

60 Mejora de la difícil situación de los pueblos indígenas. Las Naciones Unidas han denunciado las injusticias que se cometen contra los 370 millones de indígenas que viven en 70 países del mundo y que pertenecen a los grupos más desfavorecidos y vulnerables del mundo. El Foro Perma­nente sobre Cuestiones Indígenas, integrado por 16 miem­bros y establecido en 2000, procura mejorar la situación de los pueblos indígenas de todo el mundo en lo relacio­nado con el desarrollo, la cultura, los derechos humanos, el medio ambiente, la educación y la salud.

(*) Documento de antecedentes que explica, en forma resumida, lo que las Naciones Unidas y los organismos que la integran han logrado desde la fundación de la Organización en 1945.

abril 15, 2006

HACIENDO QUE LA BONDAD PREVALEZCA SOBRE LA RAZON


Sun After Dark’, Por Pico Iyer

Aunque el Dalai Lama es cada vez más famoso como orador, pues queda en evidencia en cuanto empieza a hablar, que su verdadero don es el saber escuchar. Y aunque en la actualidad es muy celebrado en el mundo por su habilidad de dirigirse a audiencias tan grandes como las de un concierto de Bon Jovi, su fortaleza especial es dirigirse a veinte mil personas – budistas, abuelas y niños, por igual – como si estuviera hablando con cada uno de ellos en el idioma que mejor puedan entender. Hoy en día, las máximas del Dalai Lama se coleccionan y empaquetan como libros para llevar en el equipaje de mano, como temas para calendarios y consignas publicitarias, pero, creo, que el corazón de este hombre existe en silencio. En lo más profundo de su ser, este ser que se sienta cada día al amanecer, ojos cerrados, recitando plegarias con todo su corazón por sus opresores chinos, su pueblo tibetano y todos los seres sensibles, está solo.

Sin embargo, lo curioso de la vida del Decimocuarto Dalai Lama – algo que, de inmediato, la hace parecer una parábola y un koan – es que él ha debido vivir su destino espiritual prácticamente en todo el mundo por más de medio siglo, (y, de hecho, en un mundo político cuyo dios es Maquiavelo). Su historia es casi un enigma sin tiempo sobre la relación entre los medios y los fines: para proteger a seis millones de personas, y para preservar una cultura peculiar y largamente protegida que se encuentra a solo años de su extinción, él tiene que posar para interminables fotografías con modelos y dejar que sus charlas sean transmitidas en los clubes de baile de Londres. Hasta cierto punto, él ha debido acceder directamente a la confusión y el caos de la Era de las Estrellas para cumplir con sus deberes monásticos. La simple interrogante que lleva consigo a todas partes, es si el mundo estropeará su esfuerzo en lo más profundo antes de lograr su misión: después de todo, en tres siglos, nunca antes, ningún Océano de Sabiduría, Portador del Loto Blanco y Protector de la Tierra de las Nieves, sirvió de editor invitado para la revista francesa Vogue.

No hace mucho tiempo fui a visitar al Dalai Lama en Dharamsala, tal como lo había hecho a intervalos regulares desde mi adolescencia. Tomé el tambaleante vuelo de Indian Airlines desde Delhi a Amritsar, en sí una zona de guerra restringida (porque alberga la fortaleza Sikh del Templo Dorado), y desde allí tomé un taxi por cinco horas para subir las colinas del Himalaya. En la medida que me acercaba al asentamiento distante, ubicado en una saliente sobre un pequeño pueblo – las calles tan llenas de motonetas, bicicletas y vacas que, a menudo, difícilmente nos podíamos mover (por razones de seguridad, el Dalai Lama debe ir en auto durante diez horas por tales caminos cada vez que desea tomar un vuelo) – apareció Dharamsala, y luego desapareció, como una promesa de liberación, o algún lugar que realmente no existía.

La mayor parte del tiempo – un auto que colapsaba en el camino montañoso, un grupo de aldeanos arreglándoselas para empujarlo, la noche cayendo, y cada viraje parecía alejarnos de la hilera de luces a lo lejos –, estaba seguro de que nunca llegaríamos.Sin embargo, apenas se llega al lugar polvoriento y destartalado, uno se da cuenta que se encuentra muy lejos de un cuento de hadas, más bien, en el reino del sufrimiento, la vejez y la muerte. Las ventanas están rotas y los senderos a medio pavimentar en la pequeña ciudad lluviosa, donde el Dalai Lama ha tenido su hogar por más de media vida hasta hoy; incluso, los alegres gritos y canciones de los huérfanos en la Villa de Niños Tibetanos a un lado de la ciudad, tienen un aire levemente nostálgico, en tanto el sol se pone detrás de las montañas cercanas. Al llamar a la oficina del Dalai Lama, se escuchará que “Todas las líneas están ocupadas”, o que el número de cinco dígitos cambió ayer. A veces, mis llamadas se cortaban a media frase, entre un montón de estática; en ocasiones, me ponían en espera – sin fin, aparentemente – escuchando el tema “El puente de Londres se va a caer”.

Por ende, quizás, es el lugar perfectamente paradójico para un hombre humilde que vive solo, cuando no está siendo solicitado por Goldie Hawn o Harrison Ford. En la antesala de su sala de estar, después de haber sido revisado por un guardia tibetano y luego uno indio, uno se sienta bajo un diploma de Ciudadanía Honorífica del Condado de Orange, un premio del Rotary Club de Dharamsala, y una placa conmemorando un profesorado honorífico de la Universidad Estatal de Kalmyk. Máscaras ceremoniales, deidades hindúes y la Piedad sobre uno. En una pared hay una foto inmensa y antigua de la capital tibetana de Lhasa, mostrando que el palacio donde el Dalai Lama vivió alguna vez, ahora se encuentra rodeado de discotecas, burdeles y una nueva prisión china, con altos edificios empequeñeciendo las antiguas casas tibetanas.

El Dalai Lama tiene el don particular de ver el bien en todo y no verse afectado por locura que gira a su alrededor; siempre es absolutamente humano y totalmente él mismo. A veces, mientras se espera para verlo, su nuevo y exuberante amigo, un pastor alemán muy juguetón, entra corriendo a la sala y comienza a saltar sobre un grupo de monjes tibetanos que se encuentran aquí por un asunto serio, lamiendo los rostros de los maestros budistas sobresaltados antes de salir jugando al jardín nuevamente. A veces, un par de hipíes ingleses está a su servicio, pues el Dalai Lama está dispuesto a recibir consejo e instrucción de cualquiera (y sabe – tal es el patetismo de su vida – que, incluso, el viajero más desorganizado, puede saber de primera mano más sobre el Tíbet contemporáneo y la condición de su pueblo, que él mismo). Cuando un fotógrafo le pide que se quite los lentes, pose con esta expresión, se siente de esta o esa manera, él toma ese momento para preguntarle al joven sobre lo que vio cuando fotografió los levantamientos en Lhasa hace tantos años atrás.

Al sentarme frente a él en su sala de grandes ventanas, mirando sobre lomas cubiertas de pinos y el valle abajo – thangkas a todo nuestro alrededor en las paredes – el Dalai Lama se acomoda, se sienta con piernas cruzadas en su sillón y me sirve té. Siempre se da cuenta antes que yo cuando mi taza está vacía. Mientras habla, se mueve hacia delante y atrás, un hábito adquirido, uno nota, tras décadas de penosas y largas horas de meditación, a menudo en el frío. Y parte de este poder que a uno lo desarma (resultado, sin duda, de toda esa meditación y la dialéctica que posee), es que lanza hacia su persona un criticismo más duro que incluso el de sus enemigos más feroces.

Cuando vio por primera vez a Shoko Asahara, me cuenta un día (refiriéndose al hombre que luego planeó poner el mortal gas sarin en el sistema del metro en Tokio), él se conmovió genuinamente con la aparente devoción del hombre hacia el Buda: las lágrimas habrían empañado los ojos del maestro japonés cuando habló de Buda. Pero, el haberse reunido con Asahara fue, dice el Dalai Lama rápidamente, “un error. ¡Por causa de la ignorancia! Esto lo prueba” – y se larga a reír a toda garganta – “¡Yo no soy un Buda Viviente!” Otro día, hablando sobre los problemas del Tíbet actual, él se refiere al hecho de que hay “demasiadas postraciones allí”, y luego, en una explosión contagiosa de risa nuevamente, se da cuenta de que debiera haber dicho “demasiada prostitución” (de hecho, aunque, como él sabe, “demasiadas postraciones” pueden resultar en realidad un problema aun mayor). Le encantaría delegar parte de su responsabilidad a sus diputados, dice francamente, “pero, incluso si algunos de los ministros de mi gabinete desearan dar charlas públicas, nadie vendría”.

El resultado es que todo viene a él. El Dalai Lama es justamente famoso por su incesante calidez, optimismo e indulgencia – “el hombre más feliz del mundo”, como le llama un periodista amigo – aunque, su vida ha enfrentado incluso más dificultad y tristeza que la de nadie que yo conozca. Él está representando los intereses de seis millones de personas muy sencillas y privadas de derechos civiles en contra de una nación de 1.2 billón, a la que casi todo el mundo está tratando de hacerle la corte. Es el invitado de una gran nación con sus propios problemas, y que le estaría muy agradecida si simplemente se quedara tranquilo. Él viaja por el mundo constantemente (con un “certificado de identidad” amarillo para refugiados), y, aunque considerado por la mayoría como un líder al nivel de la Madre Teresa o el Papa, formalmente es excluido como Muammar Qaddafi o Kim Jong II. Se siente entusiasmado ante su encuentro con la Reina Madre del Reino Unido – pues recuerda que en su niñez veía cortos noticiosos con ella atendiendo a los pobres de Londres tras los bombardeos – pero el mundo se entretiene más con Sharon Stone.

Y así, el serio líder espiritual es tratado como una estrella pop, y el doctor de metafísica es solicitado por alguien de cualquier cultura, al enfrentar algún problema en su vida. Como monje, él parece más que feliz de ofrecer lo que pueda, tanto como pueda, pero nada de esto le ayuda a la liberación de su pueblo. Le pregunto un día sobre cómo se ve comprometido Tíbet por la complicidad con los medios masivos, y él me mira sagazmente y con una mirada penetrante. “Si hay personas que usan a los tibetanos o la situación tibetana para sus propios propósitos”, dice él, “o si se asocian con alguna publicidad para su propio beneficio, hay muy poco que podamos hacer. Pero lo importante para nosotros es no vernos involucrados en esta publicidad, o asociarnos con esas personas por nuestros propios intereses”.

El razonamiento agudo es típico en él, incluso cuando no se refiere al acertijo en que se encuentra. Precisamente, para satisfacer su mandato interno y externo, el Dalai Lama está obligado a moverse en el mundo de manera incesante. Tiene que oír a un reportero preguntándole cómo quisiera ser recordado – lo que es, en el contexto budista, similar a preguntarle al Papa qué piensa de Jennifer López. (“Realmente perdí la paciencia”, me dice él sobre la pregunta, “aunque no lo demostré”). Debe responder por cada escándalo que toca a cualquiera de los tantos tibetanos y grupos tibetanos en el mundo – a menudo, altamente respetados. Y debe tolerar y referirse a cada controversia que surge cuando su imagen es utilizada por Apple Computer, o cuando los jóvenes tibetanos se burlan de él como un antiguo pacifista entusiasta que no ha hecho nada por ayudar a Tíbet en cuarenta años.

Día tras día, al conversar en las tardes de un otoño radiante, con los monjes practicando el debate ritual fuera de su puerta principal, las capas de nieve brillando a la distancia, y las esperanzas de Tíbet vivas y palpables en el aire alrededor de la desgastada ciudad de exiliados, el momento en que el rostro del Dalai Lama, en cierto modo, se iluminó más, fue cuando habló de unos monjes católicos que conoció en Francia, que viven en completo aislamiento por años y años, y “permanecen casi como prisioneros” mientras meditan. “¡Maravilloso!”, exclama él, dejándole a su visita deducir que, si abandonado a su propia suerte, así es como le gustaría estar.

A estas alturas, después de dos autobiografías del Dalai Lama y dos películas importantes en Hollywood contando la historia de su vida, los aspectos ajenos al mundo de la vida del Dalai Lama son bien conocidos: su nacimiento en un establo en el Tíbet rural, en lo que se conocía localmente como el Año del Chancho de Madera (1935); su descubrimiento por parte de un grupo de monjes encargados de su búsqueda, quienes habían sido guiados hacia él por una visión en un lago sagrado; las pruebas aplicadas a un ser de dos años de edad, quien, misteriosamente, saludó a los monjes de la lejana Lhasa como su líder y en el dialecto de estos. Sin embargo, lo que no siempre resulta atractivo de esta mezcla de cuento popular y drama al estilo Shakespeare, es que el tema predominante de su vida, diría un budista, es el perder.

Para alguien que ve el mundo en términos de gloria temporal, es la historia agitada de un niño mendigo de cuatro años que asciende al Trono del León para gobernar uno de los tesoros más exóticos sobre la tierra. Para alguien que vive de veras la filosofía que el Dalai Lama representa, podría sonar distinto. A los dos años, perdió la paz de su tranquila vida en una casa de madera y piedra donde dormía en la cocina. A los cuatro, perdió su hogar y su libertad de ser una persona común, al ser nombrado jefe de estado. Luego después, perdió parte de su familia también y la mayoría de sus lazos con el mundo en general, tras embarcarse en un curso formidable de dieciséis años de estudios monásticos, y a los seis años, se vio forzado a elegir a un regente.

El Dalai Lama ha escrito con una calidez característica sobre su niñez alejada del mundo en el frío Potala, su palacio con casi mil habitaciones, donde jugaba con los barredores del palacio, instaló un proyector manual en el que pudo ver las películas de Tarzán y Enrique V, y vencía a su único compañero de juegos – su hermano inmediatamente mayor, Lobsang Samten – sabiendo que nadie se atrevería a castigar a un niño considerado encarnación del dios de la compasión (y, además, un rey). Sin embargo, la característica abrumadora de su niñez fue su soledad. A menudo, recuerda él, salía al techo de su palacio y observaba a los otros niños de Lhasa jugando en la calle. Cada vez que su hermano partía, él recuerda “estando de pie en la ventana, mirando, mi corazón lleno de pesar mientras él desaparecía a la distancia”.

El Dalai Lama nunca ha fingido no tener un lado humano, y aunque es ese lado el que se regocija con cada cosa que cruza su camino, a veces, es también ese lado el que no puede dejar de afligirse. Cuando los chinos, recién unificados por Mao Zedong, atacaron las fronteras en el este de Tíbet en 1950, el muchacho de 15 años fue obligado a asumir rápidamente el liderazgo temporal y espiritual de su país, perdiendo así su juventud (si no su inocencia), y los últimos vestigios de libertad. En su adolescencia iba en viaje a Beijing, haciendo a un lado los deseos de su pueblo temeroso, para negociar con Mao y Zhou En-lai, convirtiéndose, no mucho después, en el segundo Dalai Lama que salió de Tíbet, cuando pareció que su vida estaba en peligro.

A los veinticuatro años, pocos días después de completar sus estudios de doctorado, y haber sobresalido oralmente frente a miles de monjes que lo evaluaban, perdió su hogar para siempre: la “Gema que cumple los deseos”, como se le conoce entre los tibetanos, tuvo que vestir de soldado y huir por las montañas más altas en la tierra, esquivando aviones chinos y montado en un yak. El drama de esa pérdida vive dentro de él todavía. Una tarde asoleada le pregunté sobre el momento más triste de su vida, y él me dijo que usualmente sólo se conmueve hasta las lágrimas cuando habla de Buda o piensa en la compasión – o escucha, como lo hace constantemente - las historias y súplicas de los refugiados aterrorizados que salieron a escondidas de Tíbet para venir y verle.

“Generalmente, (dijo él, en su modo firme y prudente) la tristeza, creo, es relativamente manejable”. Pero antes de decir algo al respecto, miró a la distancia y recordó: “Dejé el Palacio Norbulingka esa noche tarde, y algunos de mis amigos cercanos y un perro quedaron atrás. Luego, en cuanto crucé la frontera a India, recuerdo mi última despedida, principalmente a mis guardaespaldas. Ellos enfrentarían deliberadamente a los chinos, y cuando se despidieron de mí, estaban determinados a regresar. Entonces, eso significa” – sus ojos se nublaron – “que ellos estaban enfrentando la muerte o algo parecido”. En los treinta y nueve años desde entonces, nunca ha vuelto a ver la tierra en que nació para gobernar.

Yo también recuerdo ese drama: el viaje de cuentos de hadas del niño rey del Reino Prohibido fue el primer evento mundial que me impresionó cuando estaba creciendo; poco después, cuando mi padre fue a India a saludar al tibetano recién llegado, regresó con una foto de él siendo niño pequeño, la que el Dalai Lama le dio tras mencionar a su hijo de tres años en Oxford. Desde entonces, como muchos de nosotros, me he topado con el líder tibetano en todas partes que voy – en Harvard, Nueva York, en los cerros de Malibu, en Japón – y he tenido la experiencia incluso más particular de verlo infiltrarse de alguna manera en los mundos menos pensados: el que fue mi profesor de Virginia Wolf en la escuela de estudios superiores apareció en mi vida nuevamente como editor de un libro de las charlas del Dalai Lama sobre el Evangelio; en las Olimpíadas, un viejo amigo y escritor de deportes para el New York Times comenzó a recordar cómo cubrió al Dalai Lama en la primera gira del Tibetano a Estados Unidos en 1979, y lo encontró fantástico porque era tan humilde. “Suena como si te considerara parte de la familia”, dijo una vez un amigo, cuando le dije que el Dalai Lama y su hermano, igual de travieso, me llaman “Pinocho”. Pero en realidad, su don radica en el considerar a todo el mundo como parte de su familia.

Al mismo tiempo, el mundo en sí no siempre estuvo muy interesado en los detalles de su lejano país o en una tradición que parece pertenecer a otro mundo. Cuando Tíbet solicitó ayuda en contra de China a la recién formada Organización de las Naciones Unidas, fueron el Reino Unido e India, sus dos patrocinadores ostensibles quienes argumentaron en contra de siquiera escuchar la moción. Y, recientemente, en los años 80, recuerdo, las conferencias de prensa del Dalai Lama en Nueva York se encontraban casi desiertas; una vez, cuando organicé un almuerzo para él con un grupo de editores, uno de ellos me telefoneó un par de días antes para cancelarlo, porque nadie quería realmente venir a la oficina un día lunes sólo para conversar con un monje tibetano.

Cuando lo visité por primera vez en Dharamsala en 1974, realmente me sentí como si estuviera mirando a uno de los depuestos emperadores de China o Vietnam, sentado en un lejano exilio. Mientras estábamos sentados bebiendo té en su cabaña modesta y colorida, por la habitación pasaban nubes provenientes de la lluvia afuera – todo lo que podíamos ver a través de las grandes ventanas era bruma y gris – y parecía como si realmente estuviéramos sentados en el cielo, al menos una milla por sobre cualquier cosa que se sintiera real.

Incluso, una de las paradojas de la vida del Dalai Lama – el koan de responder a su deber espiritual en el mundo – es que, al parecer, fue su entrenamiento monástico lo que le permitió ser una presencia tan atractiva y carismática en el mundo. En sus primeros años en India, el Dalai Lama utilizó el abandono del mundo para organizar su comunidad en exilio y para escribir la constitución de su país (en parte para hacer presente su propia denuncia). Incluso el exilio podía ser una liberación, decía él: lo liberó del antiquísimo protocolo que lo mantenía esposado en Tíbet, y unió a los grupos eternamente en pugna en una causa común. Aunque, él utilizaba su tiempo libre particularmente en largos retiros de meditación, disfrutando de una soledad que nunca podría haber tenido en Tíbet (o puede tener en Dharamsala, ahora).

Robert Thurman, el profesor de estudios tibetanos en Columbia (y padre de la actriz Uma), recuerda haber conocido al Dalai Lama por primera vez en 1964, cuando lleno de ambiciones espirituales interrogó al joven tibetano sobre shunyata, o vacuidad, mientras el Dalai Lama lo interrogaba a él, no menos entusiasmado, sobre Freud y el sistema bicameral estadounidense. “Fue entretenido”, dice Thurman, usando la expresión que a menudo la gente utiliza al referirse al Dalai Lama. “Ambos éramos jóvenes entonces”. A la vez, las respuestas que el monje daba con sus sólo veinte años a preguntas teológicas complejas no eran mejores, siente Thurman, que aquellas otorgadas por monjes superiores.

Sin embargo, cuando el líder tibetano emergió de sus retiros y vino al mundo – Thurman lo vio en su primera gira a los Estados Unidos en 1979 – “Casi me desmayé. Su calidez y magnetismo personales eran tan fuertes. En el pasado, obviamente, él tenía el carisma ritual de ser el Dalai Lama, y siempre ha sido encantador e interesante, y muy ingenioso. Pero, ahora, él había abierto un manantial interior de energía, atención e inteligencia. Era glorioso”.

E, incluso, ese aire de responsabilidad – la palabra que siempre enfatiza con el mismo vigor es “compasión” – nunca lo ha abandonado. Recuerdo haber ido a verlo el día después que obtuvo el Premio Nóbel, cuando tocó que estaba (como tan usual en su vida) en un rancho suburbano en Newport Beach. Lo que me impactó en esa ocasión fue que, en cuanto me vio, me condujo rápidamente (como lo hubiera hecho con cualquier visitante) a una pequeña habitación y pasó los primeros minutos buscando una silla en la que yo pudiera estar cómodo – como si yo fuera el nuevo laureado Nóbel y él, el periodista intruso.

Pero lo que recuerdo también de ese momento es que, incluso cuando el mundo lo estaba celebrando – telegramas y faxes llenando una habitación en el primer piso – él no podía salir de su premura. “A veces”, confesó él, “me pregunto si mis esfuerzos tienen realmente un efecto. A veces, siento que a menos que haya un movimiento mayor, los grandes temas no cambiarán. Pero, ¿cómo dar inicio a este movimiento mayor? Inicialmente, debe venir de la iniciativa individual”.

Él concluyó que la única forma sería mediante “un esfuerzo continuo, un esfuerzo incesante, siguiendo objetivos claros con esfuerzo sincero”. Dijo que cada vez que salía de una habitación, intentaba apagar la luz. “En cierto modo, es absurdo. Pero si otra persona sigue el ejemplo, luego cien personas, se logra un efecto. Es la única manera. Las naciones más grandes y los líderes más poderosos no se preocupan. Entonces, nosotros los seres humanos pobres debemos realizar el esfuerzo”.

Viéndolo ahora, lo encuentro mucho más metódico que en esos días (y, por supuesto, mucho más fluido en inglés); cuando los grupos de la televisión vienen a entrevistarlo, él sabe cómo aconsejarlos sobre dónde ubicar sus cámaras (y cuando comienza a hablar, rápidamente nota que mi grabadora se está moviendo sospechosamente rápido). Sigue tan jovial como antes, pero sí parece más determinado a hablar a partir de su lado serio en la medida que los años pasan y que Tíbet se acerca más al olvido. Cuando antes solía saludarme con un namasté indio, ahora lo hace estrechando la mano, frotándola con la propia, como para transmitirle algo de su calidez.

Mientras conversamos, - cada tarde a las dos, día tras día – se saca sus lentes y estriega sus ojos; sus asistentes dicen que en los años recientes, por primera vez, lo han visto cansado, su cabeza inclinada hacia atrás en su sillón (este hombre que usualmente se ve dispuesto a la conversación, como trayendo toda su atención y vigor con sus pequeños ojos). Ahora no cuenta con mucho tiempo para la práctica espiritual, me dice él – sólo cuatro horas al día (sus deberes aumentan en la media que se vuelve un monje más avanzado). Todavía gusta hacer “algún trabajo de reparación de relojes e instrumentos pequeños”, y todavía adora cuidar de sus flores. Una de las respuestas más largas y animadas que me ofrece surge cuando le pregunto por sus “cuatro gatos pequeños”. Pero en estos días, el verdadero recreo que se puede tomar es escuchar el servicio mundial de la BBC, al que, confiesa alegremente, es adicto.

Ésta es la tendencia de un carácter cautivador, juvenil, lleno de curiosidad; pero también es la confesión de un hombre cuyos deberes están casi completamente atados al quehacer del mundo, minuto a minuto. Una cosa que el Dalai Lama no es, es ser ajeno al mundo. Él puede explicar detalladamente por qué la causa tibetana se encuentra más débil que la de los palestinos, o cómo la globalización está, a lo más, impulsando un tipo de Budismo en mufti. Sus referencias casi siempre provienen de las noticias más recientes del día, y ve todo – desde la caída del Muro de Berlín hasta la tragedia de Ruanda – tanto para observar cómo el hecho ilumina alguna teoría metafísica, como para ver qué otro tipo de enseñanza imparte. El exilio le ha permitido, le dirá, volverse un estudiante del mundo en una forma en que ningún Dalai Lama anterior pudo, y ver un planeta que él y los Dalai Lamas anteriores a él, sólo podían observar a través de las cortinas de un palanquín. El mejor aspecto de sus viajes es que puede fijar reuniones con científicos y sicólogos, y líderes Hopi, todos los que, él cree, pueden ayudarle a refinar su entendimiento de su propia tradición. Los budistas pueden y deben aprender de los católicos, los físicos, incluso, de los comunistas, rápidamente le dice a sus seguidores sobresaltados – y si las palabras del Buda (mucho menos las del Dalai Lama) no surgen de la evidencia, éstas deben descartarse de inmediato.

Ésta es una razón por la que le interesa mucho más hacer preguntas que dar respuestas, y se siente mucho más cómodo como un estudiante (lo que ha sido, en el contexto del Budismo Tibetano, la mayor parte de su vida) que como un maestro. Es también por ello que yo diría que su cualidad soberana es la atención: observar al Dalai Lama entrar a un auditorio repleto, o sentarse en una larga ceremonia monástica que tiene a muchos otros cabeceando, se le verá mirando alrededor con viveza por lo que pueda captar: un amigo al que saluda inconscientemente, algún pequeño detalle que traerá una sonrisa a su rostro. La alerta es el punto donde el niño algo travieso y el monje rigurosamente entrenado convergen, y aunque el mundo responde ampliamente a su corazón – por lo que irradia, más su aire de amabilidad y bondad – el centro específico de él viene nada menos que de su mente, y las facultades analíticas perfiladas en una de las tecnologías metafísicas sofisticadas del mundo. Hasta ahora, he visto que es bastante común que el Dalai lama recuerde una frase que usted le dijo hace siete años, o complete una frase que comenzó noventa minutos atrás, mientras amarra sus firmes botas montañeras. A veces, en grandes encuentros, reconocerá un rostro que vio por última vez en Lhasa hace cuarenta años. Una vez, mientras conversábamos, de pronto él recordó algo que un inglés le había dicho veinte años atrás – sobre el valor de decir a veces “No sé” – y me preguntó de manera indagatoria, qué pensaba al respecto.

Una vez más, la ironía aquí es que la atención que ha cultivado con la meditación – durante retiros y a manos de maestros muy estrictos – es lo que le ha ayudado en sus viajes; el entrenamiento espiritual tiene una aplicación constante y práctica en el mundo – ésta es una de las lecciones de su vida y su ejemplo. La mayor parte del tiempo está hablando a personas que no saben nada de budismo e incluso con aquellos que pueden ser hostiles a éste. Ha adiestrado el arte de hablar de manera simple y ecuménica, desde el corazón, enfatizando, como lo hace, “la espiritualidad sin fe, simplemente siendo un buen ser humano, una persona afectuosa, una persona con sentido de responsabilidad”. Hablándole a sus monjes, imparte charlas filosóficas que pocos de nosotros podríamos seguir; hablándole al mundo, él se da cuenta de que lo más importante es no correr antes de poder caminar. El título de uno de sus libros habla de no “iluminar” el corazón, sino, simplemente, “encenderlo”.

Hasta cierto punto ha sacado provecho de su difícil situación, en parte aprendiendo de las religiones occidentales y las prácticas de meditación en otras tradiciones, como los anteriores Dalai Lamas escasamente pudieron hacerlo. Y también ha tenido que lidiar con una amplia estampida hacia el budismo para el que el mundo puede no estar preparado (a tal punto que, en la medida que pasan los años, él le dice más y más a los occidentales que no se vuelvan budistas, sino que simplemente permanezcan en su propia tradición, donde hay un riesgo menor de caer en motivaciones mezcladas y, sin duda, una menor tendencia a la confusión). Escucharle hablar en todas partes desde San Pablo a Chicago, Philip Glass dice: “La palabra ‘Buda’ nunca surgió. Él habla sobre compasión, él habla sobre un vivir recto. Y esto resulta muy poderoso y persuasivo en las personas porque está claro que él no está allí para convertirlos”.En breve, el pragmatismo vence al dogmatismo. Y la lógica no cede ante nada. Un día él me dice, con los ojos brillando con el deleite de un estudiante inmerso en uno de los debates rituales de Tíbet, “de 5.7 billones que conforman la población mundial, la mayoría de ellos son ciertamente no creyentes. No podemos discutir con ellos, decirles que han de creer. ¡No, imposible! Y, hablando de manera realista, si la mayor parte de la humanidad permaneciera no creyente, no importa. ¡Ningún problema! El problema es que la mayoría ha perdido o ignora, los valores humanos profundos – la compasión, el sentido de responsabilidad. Esa es nuestra mayor preocupación. Pues cuando hay una sociedad o comunidad sin valores humanos profundos, ni una sola familia humana puede ser feliz”. “Por lo tanto, dice triunfante, la bondad es más importante que la creencia”.

abril 08, 2006

DALAI LAMA - SALUD Y ESPIRITUALIDAD

Encuentro S.S. Dalai Lama - Miguel Grinberg

CONVERSACIONES SOBRE SALUD Y ESPIRITUALIDAD
1º de Mayo – 14 a 16 hs (en Buenos Aires)

Kagyu Techen Chöling y Dongyuling - Centros para el estudio y la práctica del Budismo Tibetano de Argentina - y la A.A.M.I - Asociación Argentina de Medicina Integrativa tienen el agrado de participar la mesa redonda “CONVERSACIONES SOBRE SALUD Y ESPIRITUALIDAD”, que contará con la especial disertación de S. S. DALAI LAMA.

Acompañarán a S.S.D.L. el Dr. Héctor Fernández Álvarez, presidente de la Fundación Aiglé; el Dr. Christian Plebst, psiquiatra infanto-juvenil de FLENI; el Dr. Bernardo Nante, Filósofo, Prof. de la Universidad del Salvador; la Dra. Mónica Zuretti y Miguel Grinberg, ecologista.

(clickear los nombres para los datos personales)


1º de Mayo – 14 a 16 hs Predio Ferial de Palermo - Pabellón Ocre Avda. Santa Fe y Sarmiento - Capital -

Mayor Información: www.dalailama-argentina.com.ar