He aquí la nota en la que el Indio habla del (naciente entonces) público bravo del rock, el reviente, las bengalas, etc.
Reportaje de mediados de los noventa para la revista Mix de Musimundo
"Si los grandes pensadores no entienden lo que está pasando en el mundo, ¿cómo vamos a pretender que chicos de 15 o 20 años lo entiendan?
Lo que tienen los chicos es esa misma indignación que teníamos nosotros cuando empezamos esto. Pero además, hoy hay rabia, que nosotros no teníamos. Y un público rabioso te tolera porque vos no hacés fantasmas con la imagen. No porque vos le estés marcando un norte, un camino, una línea de acción clara.
Por eso el último grito de Luzbelito es: “Nene a partir de ahora esto está en tus manos”
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Nosotros no somos tan poderosos como la gente cree. Yo estoy muy orgulloso de las canciones, pero sobre todo estoy muy agradecido de que nos haya elegido esa gente. Porque son gente de ajo, no tienen miedo. Vienen de lugares muy duros, de Lugano, I y II, de Laferrere... el ajo lo tienen ellos. La fuerza y el sabor lo tienen ellos. Gracias a Dios uno elucubra unas historias en las que los personajes se parecen de alguna manera a los que ellos quieren cantar a los gritos todo el recital. Yo ni sé por qué misterio es.
A nosotros no nos van a pedir que sonemos “rudo”. Ellos son rudos. No necesitan disfrazarse de nada, ni demostrar nada. Su vida es muy ruda, muy jodida. No necesitan demostrarle a nadie que ellos se fuman el cigarro más grande o que son los más rudos del campeonato. Han elegido unos veteranos como nosotros por algún motivo. Todo eso supera ampliamente mi poca experiencia de tipo de la clase media que ha hecho una banda de rocanrol y le ha ido bastante bien."
PATRICIO REY Y LOS REDONDITOS DE RICOTA
LUZBELITO ESTÁ CARGADO DE NUESTRA PSIQUIS
Por Pipo Lernoud
Un nuevo disco, de nuevo en la parte alta de los rankings de venta. Pero a Patricio Rey y los Redonditos de Ricota no parece conmoverlos el subibaja de las listas de éxitos. Los conmueve más el público que viaja de una punta a la otra del país para asistir a sus rituales multitudinarios, siempre fuera de la capital.
El nuevo disco se llama Luzbelito, tiene una tapa exquisitamente trabajada por el artista “oficial” de los redondos, el Mono Cohen, y pinta oscuros panoramas musicales de un fin de siglo que ya esta aquí cerca. Los últimos conciertos significaron la invasión pacifica de miles de jóvenes en un pueblo de Santa Fe, San Carlos, y las reuniones ardientes en una discoteca de Mar del Plata en Octubre.
En la casa del guitarrista Skay y la manager Poli, en una calle tranquila de Palermo viejo, el que responde las preguntas en un anochecer de primavera es el cantante del grupo, Carlos “Indio” Solari, tan locuaz y certero como siempre.
LUZBELITO
¿De que infiernos nos habla Luzbelito?
Parte del concepto de Luzbelito es que hay una serie de mentiras institucionales que tratan de resolver el problema moderno, tratan de convencernos de su version de la realidad. Nos quieren hacer creer que lo que dicen los medios de comunicación es la realidad, y se trata de una ficción. El noticiero inventa la realidad, no la refleja. Estamos sujetos permanentemente al capricho de los poderosos, de los reducidores de cabeza de los medios de comunicación.
Hay que hablar de la realidad como es, como la vivimos. Pero no es necesario escribir siempre en primera persona. Seria muy monótono y muy estúpido. Pero sabemos que estamos hablando de todos nosotros.
Los personajes que yo pongo en las canciones son partes mías. Porque para no hablar siempre en primera persona uno hace aparecer estos personajes, Zippo, Luzbelito, el perro Bobby. Pero las miserias del perro Bobby son mías y tuyas. Cuando en el escenario canto esa canción que dice: “ Cuanto mas alto trepa el monito, el culo mas se le ve”, me golpeo mi propio culo, porque el monito también soy yo. ¿Cómo poder reconocer la miseria afuera si uno no es también un miserable?
Luzbelito no es algo de afuera, un mal que viene de afuera a atacarnos. Luzbelito es el conjunto de nuestras propias miserias. Esta cargado de nuestra psiquis, de nuestros sentimientos, de los dolores de nuestro espíritu.
La función de un tipo que escribe es zambullirse, sumergirse en la vida y desde allí hablar. Si no hubiera habido una cultura rock que me asalto a mi, un tipo de clase media, y me embadurnó de todo lo que hay, lo mejor y lo peor, no podría estar hoy escribiendo canciones.
Y cuando digo una canción sobre el escenario, siento que los chicos saben de qué estoy hablando. Cuando hago una canción de amor, no es el amor edulcorado de un cantante de baladas, es el amor sujeto a mil bajezas que conocemos todos, un amor sujeto a celos, a engaños. Se trata, todo el tiempo, de reflejar la manera en que uno ha vivido esas pasiones.
Toda esta farsa moderna esta basada en nuestra incomprensión de la naturaleza humana, de la condición del hombre. Zippo habla de eso cuando dice: “Somos todos hijos de multivioladores muertos. Los hijos de puta no descansan nunca.” Eso es lo que somos todos.
LA QUE SE VIENE
¿Luzbelito al borde del fin de siglo?
Yo me pregunto, ¿Por qué fue potente la cultura rock? Porque hemos estado olfateando en el tacho de basura de la sociedad y hemos visto que no todo era como se lo mostraba. Hemos sido irónicos, escépticos, hemos roto los límites de las reglas de urbanidad de una sociedad. Somos gente tallada por experiencias que nos permiten aceptar los cambios que se vienen sin zozobrar. Sospechamos estos cambios que se vienen desde mucho tiempo antes de que salgan en las revistas de actualidad.
Hoy la sensación es que no queda mucho tiempo. Yo creo que estamos en el umbral de una transferencia cultural muy grande. Estamos casi flotando en el ciberespacio, la biotecnología, esas cosas que van a producir un cambio muy radical en la manera de ver la vida en general. Esa sensación aparece en nuestro último álbum, con ese Luzbelito que aparece en el escenario digital, en una de las estampas.
A nosotros, con la banda, nos ha ido bien. Somos independientes, hemos llegado a grabar cuando queremos y como queremos, hemos lograda una situación privilegiada. Ero estas hablando con alguien que a pesar de ser un privilegiado, tiene hormigas en el culo, tiene ganas de vivir, de que aparezcan nuevas incógnitas que haya que volver a resolver. Estamos en una situación privilegiada pero tenemos la alegría de saber que se van a acabar nuestras certezas.
Cuando empezamos con esto, la ambición que teníamos los rockers era encontrar la novedad, enfrentarnos con incógnitas, vernos obligados a mudar de dogmas. Por primera vez estamos nuevamente en esa situación, estamos en pelotas, sin saber lo que vendrá después.
Por un lado, estos cambios pueden producir el final de eso en lo que uno esta metido, que es la cultura rock, sin duda el fenómeno más significativo del siglo. El rock, por primera vez, logro una modificación del prejuicio compartido por la sociedad, una modificación producida por los jóvenes. Antes del rock es muy difícil encontrar en la historia algún tipo de revuelta producida por los jóvenes.
Pero el rock no es más que otro corralito...
Uno de los slogans que teníamos Los Redonditos hace años decía: “Saltando por encima de los decorados del rock”. Hasta los mismos rockers queríamos saltar por encima de una cultura que te limita, que te empieza a describir de tal manera que las sorpresas se acaban. Todo el ajo, todo el sabor que había cuando estábamos arriesgando, probando, experimentando, empezó a desaparecer.
Y ahora de nuevo tenemos esa liberación de estar en el umbral de algo desconocido. Ahora tiene que venir algo diferente.
EL FUTURO YA LLEGO
¿Y donde ves los síntomas de lo que se viene?
En esta época de cambios y dudas, en la que uno no sabe que es lo que vendrá, prefiero prestarle oídos a esos chicos que tienen metidos dentro de ellos las noticias del futuro. Uno puede contarles su experiencia, pero ya sabemos que la experiencia es intransferible.
Nosotros siempre nos hemos cagado en aquellos que nos vienen a enseñar su experiencia. Seamos sinceros: hoy en día nos seguimos cagando en al forma de vivir de acuerdo en la cultura vigente.
Hay una pulsión que yo sigo reconociendo como propia. Los chicos que nos van a ver a nosotros son esos chicos, no son los tipos de nuestra generación. Y hay una energía latiendo ahí, hay una necesidad...
Vos ves de donde vienen, como vienen los chicos. Les gusta participar de esta especie de epopeya, que se parece a los viejos festivales de Lobos, a Woodstock. Pero no son los viejos festivales, no es Woodstock ni nada por el estilo. Son cosas inéditas, cosas nuevas que generan ellos.
El respeto que uno tiene por los jóvenes es un respeto temporal, talvez crezcan y cambien. El respeto por su capacidad de indignación es talvez pasajera. Porque en este momento no tienen compromisos, no tienen transas hechas con el medio y entonces todavía son heroicos, son valientes, y dicen lo que no les gusta del mundo en voz alta.
Todo eso ya nos paso a nosotros. Es lo mismo.
VAMOS LAS BANDAS
¿Cuál es la función de un grupo como Los redondos en esa epopeya?
Los Redondos tenemos en claro que no somos más que una excusa de los chicos. Con nosotros pasa algo que no terminamos de entender, pero somos una excusa de los chicos para reunirse, para ponerse en un cierto estado de ánimo. Vos fijate lo que pasa en estos recitales que hacemos en los pueblos. Nosotros solo tocamos un par de horas en la noche. Pero una semana antes hay grupos de chicos que van y se instalan en esos pueblos que ni siquiera son lugares turísticos. De esos tres días que están en el pueblo, son apenas seis horas las que nosotros estamos sobre el escenario.
Por eso cuando te ves pintado en una remera o a lo mejor se te acerca un pibe y te dice “maestro”, para nosotros está claro que solo somos una excusa. En el fondo te están diciendo: “Vos sos un símbolo en tanto y en cuanto yo compre tu compact y te permita seguir grabando tus canciones”. En esta época el músico ya no tiene un rol casi mesiánico, como en los setenta, cuando los músicos tenían un papel muy importante. Hoy en día vos sos importante en tanto y en cuanto formás parte de la imaginería que les sirve y la remera puede ser del Che Guevara, puede ser del Indio Solari, puede ser de Luca Prodan... Pero no somos personajes que tienen el poder que tenían antes los héroes de la cultura. No somos más que un símbolo que representa algunas cosas que ellos quieren rescatar, y ellos se lo apropian y lo manejan a su manera.
Si los grandes pensadores no entienden lo que está pasando en el mundo, ¿cómo vamos a pretender que chicos de 15 o 20 años lo entiendan?
Lo que tienen los chicos es esa misma indignación que teníamos nosotros cuando empezamos esto. Pero además, hoy hay rabia, que nosotros no teníamos. Y un público rabioso te tolera porque vos no hacés fantasmas con la imagen. No porque vos le estés marcando un norte, un camino, una línea de acción clara.
Por eso el último grito de Luzbelito es: “Nene a partir de ahora esto está en tus manos”
¿Cómo son esos recitales en los pueblos?
En un recital de Los Redondos pasa de todo. Se hace el amor, viene gente con sus hijos pequeños, se forman amistades eternas. Si uno quisiera controlar lo que pasa, no podría. Uno terminaría teniendo actitudes generosas, porque un recitadle Los Redondos es una caldera del diablo. Y eso es mas potente que lo que nosotros generamos, y uno es deudor de eso. Nosotros, a la edad que tenemos, podríamos estar pensando en que los chicos no corran peligro, porque ves a los pibes trepados por todos lados y te impresiona. Pero son las mismas cosas que nosotros hicimos cuando teníamos diecisiete años.
Hay algo que uno dice con cierto pudor: nosotros somos de clase media, originalmente nuestro público era casi intelectual. Y ahora son pibes que vienen de lugares totalmente desangelados, lugares del conurbano en los que la gente esta abandonada a su suerte. ¿Quién soy yo para determinar cual debe ser el comportamiento de esos chicos? Lo que a mi me fascina es que hayan elegido la banda en la que yo estoy como pivote para que esa energía circule. Y ojo que no estoy tratando de sacralizar el asunto. Estoy describiendo lo que ves.
Nosotros no somos tan poderosos como la gente cree. Yo estoy muy orgulloso de las canciones, pero sobre todo estoy muy agradecido de que nos haya elegido esa gente. Porque son gente de ajo, no tienen miedo. Vienen de lugares muy duros, de Lugano, I y II, de Laferrere... el ajo lo tienen ellos. La fuerza y el sabor lo tienen ellos. Gracias a Dios uno elucubra unas historias en las que los personajes se parecen de alguna manera a los que ellos quieren cantar a los gritos todo el recital. Yo ni se por qué misterio es.
A nosotros no nos van a pedir que sonemos “rudo”. Ellos son rudos. No necesitan disfrazarse de nada, ni demostrar nada. Su vida es muy ruda, muy jodida. No necesitan demostrarle a nadie que ellos se fuman el cigarro más grande o que son los más rudos del campeonato. Han elegido unos veteranos como nosotros por algún motivo. Todo eso supera ampliamente mi poca experiencia de tipo de la clase media que ha hecho una banda de rocanrol y le ha ido bastante bien.
Pero Los Redondos ya son más que una banda de rocanroll...
Nunca ha habido una corporación detrás nuestro convenciendo a la gente de que nos compre y que nos escuche. Es una elección de ellos, y ellos saben que son los dueños.
Nosotros no estamos tutelando lo que hace la gente esos tres días que tocamos en un pueblo del interior. Ellos ya tienen claro que es un espacio propio que ellos han creado, y que va a durar mientras ellos quieran que dure.
No es que nosotros somos como marionetas de nuestro público. Pero muchas veces nos adjudican un poder sobre la gente que en realidad no tenemos. A nosotros nos dan un permiso, nos dan la oportunidad, por ejemplo, de hacer un álbum como este que hicimos ahora, que no tiene nada de la música cruda de guitarras que se supone que es nuestra marca de fábrica. Estamos permitidos por nuestro publico.
A veces algunos perspicaces dicen que somos esos tipos que hace veinticinco años imaginamos una manera exitosa de ser famosos. Suponen que nos reunimos e hicimos un plan: “No hagamos prensa porque entonces conservamos el misterio, no vayamos a la televisión para crear la incógnita…” eso es una boludez! ¿Cómo vas a pensar que somos tan geniales y tan maquiavélicos?
Lo que pasa es que uno mamó una cultura y no tolera ciertas cosas. Yo siempre digo lo mismo: a mi me gusta jugar al flipper pero no me gusta ser la pelotita. Si te expones a través de los medios te transformas en la pelotita, y eso a mi no me interesa.
PRODUCIRSE INDEPENDIENTE
Los Redondos siguen produciendo sus propios discos y sus propios espectáculos, después de veinte años…
Antes, parecía que nadie, siendo independiente, iba a llegar más allá de los pequeños boliches y los circuitos limitados de venta. Parecía un límite insuperable. Y nosotros éramos los mimados de todos los periodistas que nos consideraban una banda de “culto”. Pero cuando vos ya empezás a aparecer en las ligas mayores, ahí se arma el bolonqui. Porque empezás a ser un modelo diferente.
Se trata de tres cabezones que dicen: “Vamos a ver si no se puede. Si vos haces buenas canciones, si representas las cosas que le duelen a la gente, si lo que decís esta vigente, ¿Por qué no se puede?”.
Entonces aparecen las zancadillas que el medio te empieza a hacer. Todo el mundo piensa que es muy fácil, que es simplemente que la gente te quiere y vendes discos. Pero no es así. Si vos le tocas el culo a mucha gente, con una actitud como esta, si te va bien. Hoy estamos hablando de los Redondos porque les fue bien. Si no, seria una de tantas bandas que lo intentaron y no lo lograron, y nadie se acuerda más.
Pero Los Redondos coquetearon en las ligas mayores desde la total independencia. Y sabemos que eso es envidiable, porque la total independencia te permite hacer cosas que cualquier música atesoraría: grabar cuando querés, como querés y lo que querés. Y envolverlo como se te da la gana. Y hacer estadios llenos sin necesidad de recurrir a nadie, solo vos y tu público.
Y no es ninguna cosa rara, ningún heroísmo. Es una cuestión de ser suficientemente cabeza dura para hacer lo que uno siempre quiso, y no perder la libertad. Hacer las cosas como nos gustan, nosotros desde la composición y la Negra Poli negociando por la banda.
Y hay que recordar que Poli es una mujer, así que todo le cuesta el doble. Cuando la Negra empezó a ocuparse del grupo, había unos tipos con experiencia en el “show business”, que sabían mucho mas que ella. Tenían oficinas y todo. Ella era apenas una amiga nuestra, era nueva en el asunto, era mujer. Pero nosotros estamos acostumbrados a confiar en la gente que queremos cuando tenemos suficientes pruebas de su temple y de su carácter.
Es difícil encontrar a alguien como Poli, un amigo que pueda representar al grupo.
Esa es la razón por la que siempre decimos que es imposible dar una formula de nuestra manera de trabajar.
EN VIVO
¿Los Redondos graban los discos pensando en como van a sonar en los conciertos?
Para nosotros una cosa es el disco y otra el vivo. De pronto en el disco Skay mete tres violas diferentes en un tema, y en vivo hace una síntesis de eso, una cosa con su viola sola. Con todo lo que se nos ocurre en el estudio, necesitaríamos otro violero y probablemente otro teclado. Pero el vivo es una cosa diferente.
En vivo uno esta confirmando, dando vida a esa música con su transpiración y su excitación y muchas veces mejora porque se hace más cruda. Además vos representas las letras, las subrayas con los gestos, les das vida.
Todo el enigma desemboca en ese lugar: el escenario. El escenario es la frutilla de este postre. Vos te haces cargo de tus canciones con tu gestualidad, con tu capacidad expresiva, subido en ese lugar siempre nuevo, maravilloso, curativo, que se llama el escenario. Ese lugar para mi es lo mas grande que hay en la vida. Es donde me siento más cómodo en el mundo. Esa sensación es algo que esta con uno y uno no sabe porque.
Podes estar con diarrea, con dolor de muelas, pero subís al escenario y durante esas dos horas desaparece todo. Después bajas del escenario y tenés una horita de aterrizaje y entonces vuelven el dolor de muelas o la diarrea.
Todas las dudas que había hasta el momento de subir se terminaron allí. Quizás entonces hay una especie de poder. Pero no es que vos seas poderoso, es el poder de confirmar tu propio viaje, tus visiones. Confirmarlo con una manera de moverte, de desplazarte, de agarrar el micrófono.
Vos estas teatralizando tu propio drama. No con posturas pensadas o coreografías ensayadas. No. Solos con gestos cargados de emoción.
Arriba del escenario es un lugar en el que se te permite representar tus pasiones mas profundas, las cosas que te duelen más, o las que crees más fervientemente. Y la música sostiene eso, lo acompaña, lo genera. El escenario es el mejor lugar del mundo.
Por supuesto, allí arriba todo suena mas desprolijo que en el disco o en tu casa. Porque en tu casa no estas transpirando, no estas bailando. Pero ahí se ve mas claro que es lo que tu corazón quiere decir.
Una canción de rock and roll no termina hasta que se representa, se vive sobre un escenario.
Revista Mix?